21 emprendedores exponen su proyecto en clave de ‘elevator pitch’ de 1 minuto ante un público que cuenta con 200 inversores.
Esta semana, durante el 1r Congrés Catalunya Emprèn / XIX Fórum d’inversió que tuvo lugar en el Palau de Congressos de Catalunya en Barcelona (resumen en catalán e inglés en http://goo.gl/xDjfc0 ), 21 proyectos de emprendeduría de todo tipo se presentaron ante el público asistente –donde según la organización había unos 200 posibles inversores– para que éste, a través de móvil, votara el que le pareciera más interesante.
Cada emprendedor disponía de 1 minuto para exponer su proyecto. En cuanto agotaba su tiempo, y de forma parecida a como ocurre en el programa ‘59 segundos’ de TVE, su micrófono se apagaba. Los 9 proyectos más votados tenían luego la posibilidad de ser explicados de nuevo y con mayor profundidad en una segunda exposición de 5 minutos.
Resultó muy interesante, desde el punto de vista de la comunicación, ver cómo afrontó cada uno de los oradores esa primera explicación, la de 1 minuto, una fórmula que en el mundo empresarial se conoce como ‘elevator pitch’ (alternativamente, ‘elevator speech’ o ‘elevator statement’). La duración no es siempre esa: puede ir de unos 20 segundos a varios minutos. En esencia, y para quien desconozca el concepto, el ‘elevator pitch’ consiste en presentar tu negocio o proyecto a un posible cliente o inversor en el tiempo que duraría un hipotético encuentro en un ascensor: no tiene escapatoria y te va a escuchar, pero tienes que saber captar su interés antes de que se abran las puertas.
A quien quiera saber cómo elaborar correctamente un mini-discurso de este tipole recomiendo el artículo de Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña para El Mundo “Consejos para hacer un ‘elevator pitch‘”, aunque difiero en el tiempo máximo que indica de 3 minutos.
Los 21 ‘pitches’ del Congrés
No hay dos emprendedores iguales, pues no hay dos personas iguales, y cada uno tiene su forma de ser, de hablar, de vestir y de gesticular. Eso y más quedó evidente en las breves exposiciones de los 21 proyectos, todos ellos muy interesantes, desde los que ofrecen soluciones en los ámbitos de la salud, la medicina regenerativa y la atención pediátrica hasta los que buscan mejorar el disfrute del ocio –gastronomía, náutica–, pasando por tecnologías para la mejora de la productividad agraria o para convertir las tarjetas de visita en archivos digitales transmisibles.
Los 9 proyectos escogidos para ampliar la explicación son sin duda buenas iniciativas: son singulares, aportan valor, cubren necesidades y son innovadoras. Pero no son menos buenas aquéllas que no pasaron la criba. Y la forma de exponer influyó. Porque no basta con tener una buena idea de negocio; además hay que saberla explicar con un discurso que denote pasión, además de seguridad.
Lo malo y lo bueno
Algún discurso denotó inseguridad, titubeos, nervios, pausas de 2 segundos (¡valiosísimos en un discurso de sólo 60!), bajo volumen de voz (los micrófonos tienen un límite) e incluso una postura corporal retraída.
El breve tiempo disponible para el ‘elevator pitch’ supone a menudo una presión adicional. Así, varios emprendedores empezaron a hablar cuando el presentador todavía no había acabado de anunciar el nombre del proyecto y del propio emprendedor. Tal es el grado de concentración al que se puede llegar: tener tan memorizado el discurso que ni siquiera escuchas a quien te está dando paso.
Pero había quien traía los deberes hechos, que mostraba seguridad, serenidad, entusiasmo y además sabía cómo explicar tres detalles muy concretos y acabar con un “si queréis saber más, votadme”, sabiendo que una mayor profusión de datos tenía cabida en la posterior explicación de 5 minutos, no en esa de sólo 1.
Hubo quien apostó por la interpelación al público, pidiendo manos alzadas a quienes compartieran una preocupación o hubieran vivido cierta experiencia negativa que el proyecto venía a solventar.
Y quien se sentía cómodo moviéndose por el escenario en vez de adoptar una postura estática. Esa persona tenía interiorizada una actitud muy valiosa: “no estoy aquí porque me dan la oportunidad de hablar; estoy aquí porque tengo algo que a vosotros os interesa”.
En definitiva, de nuevo quedó patente que la imagen que se proyecta es parte intrínseca del mensaje que se da, y cuidarla –en todos sus elementos– es clave a la hora de buscar una comunicación exitosa.